Lo que Dios me dio es mío. Cada mes de este año estaré bendecida, dijo Dios. Y nadie quitará ni un gramo de esa bendición.
El que se ama así mismo atrae a la gente, porque nadie quiere estar con gente angustiada, de baja estima o espíritu de víctima. Si nos amamos será más sencillo relacionarnos con los demás ya que desearán estar con nosotras. Practicaré amarme.
El mundo está desesperado y busca líderes -hombres y mujeres- que le diga qué hacer. Hay mujeres sentadas en un rincón de su casa llorando, con depresión, angustias, queriendo quitarse la vida y buscan que las lideren, que les muestren la salida y les digan que hay una solución.
Si te amas a vos misma y tomas las promesas de Dios, podrás transmitirlo a otras mujeres y transformarte en su líder. Dios te prepara para que pongas las condiciones y no para que otros lo hagan.
Tres principios para amarse a sí misma.
1. Marcar tu territorio.
Muchas veces no defendemos lo nuestro porque no sabemos ¿qué es lo que nos pertenece? ¿Cuál es nuestro territorio? ¿Qué es lo que Dios nos dio? Vivimos la vida como prestada, como si fuéramos intrusos, no conocemos las riquezas que Dios nos soltó y son nuestra posesión. A veces ni siquiera opinamos porque no nos atrevemos a nada, hemos perdido autoridad delante de los hijos, de la pareja, de los padres, de quien sea, por no saber cuál es nuestro terreno.
Dios quiere que conozcamos nuestra herencia.
Jesucristo despojó al enemigo de todo y te lo entregó, todo lo que él tiene te pertenece y tenés la autoridad devuelta por Jesús.
La excusa, la razón que usás cada vez que tenés que conquistar algo es lo que te impide conquistar el territorio que Dios te dio. Parece que eres “prudente”, “respetuosa”, “la mujer que cede el lugar a los demás”. “Creemos ser “taradas” por no entender el mensaje”, todas esas son excusas que verbalizamos o pensamos y que siempre son puestas ante una conquista.
Si no conquistaste tu terreno hasta hoy es porque hubo una razón o una excusa, que creíste correcta.
- La excusa siempre te hará perder porque otra mujer entenderá el mensaje y no le interesará nada. Dejá de observar, de estar sentada y buscá lo que Dios ya te dio. Sacá las excusas: “soy vieja”, “no puedo”, “mi marido no me da”, “no me permite”, “mis hijos ya son grandes”, “no tengo tiempo”, “es mucho esfuerzo para mí”, “no tengo ganas” hay un territorio para poseer, y las excusas harán que tu territorio lo tome otro. Muchas veces admiramos pero no poseemos: “Me gustaría tener esto o aquello”
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