domingo, 27 de mayo de 2018

PONERLO EN PRÁCTICA ES LO MÁS CORRECTO.

Cuando comenzamos a caminar el camino
espiritual, buscamos la perfección en
nuestras vidas.
Tratamos de mejorar nuestro carácter,
costumbres, ideas, alimentación, y
hasta la vida social.
A veces, hacemos algun sacrificio
con el fin de alcanzar una vida más
plena y feliz; sin embargo, muchas
veces no llegamos al estado de éxtasis
o plenitud que anhelamos.
La decepción puede llevarnos a rechazar
la disciplina que habíamos comenzado,
o en el peor de los casos, puede
desmoralizarnos a tal punto de pensar
que “Dios se ha olvidado de nosotros”
En realidad los errores como tales no
existen...
 pues todo nos conduce a un
necesario aprendizaje.
Todo es un asunto de consciencia que
solo puede crecer a partir de lo que
hemos vivido que nosotros mismos
hemos invocado, sin juicio alguno
si tales experiencias son "buenas"
o "malas".
Me imagino que el universo funciona
como una gran computadora:
hay que saber presionar las teclas
adecuadas para obtener lo que se
desea.
Cuando no lo estamos haciendo,
la computadora se detiene, espera
fría y silenciosamente la señal
eléctrica correcta

Algunos de los "errores" más
comunes son los siguientes:
Es como envolverte en una burbuja
de proteccion en tu mente como
si  imaginaras que vives como en
una luz de colores como si los angeles
 te van a protejer de cualquier mal..

Lo único que logramos con esto es
fomentar la idea de que algo externo
puede tener más poder que nosotros.
Nuestra mente percibe que hay algo
allí afuera que puede, lastimarnos o
hacernos daño.
Pero, según las enseñanzas
espirituales...
Todo es Dios por lo tanto, nada
puede hacernos daño.

En realidad lo que queremos creer es..
“Vaya donde vaya, estoy siempre a
salvo, estoy rodeado de hermanos,
vivo en el mundo que Dios ha creado
y sólo veo amor en todas partes”

Muchas personas creen que repitiendo
ciertas afirmaciones pueden transformar
su situación personal, lo que encierra un
"error".
No son los pensamientos lo que determinan
nuestra realidad sino nuestras “creencias”.
Solamente los pensamientos que hemos
 tomado como nuestra verdad son los que
se manifiestan.
Si se va a ayudar a otro, hay que asegurarse
de que la persona lo pida y lo necesite.
Si esto no se da, tenemos que trabajar con
lo que estamos percibiendo, porque
“el problema” es algo personal que nos
daña a nosotros mismos y no a la persona
que está sufriendo.
Si la persona a ayudar esta inaccesible o
inconsciente, habrá que pedírsele permiso
a su alma y recibir confirmación de
alguna manera antes de proceder.

La mayoría de los problemas o
enfermedades son sólo momentos
de prueba que está viviendo y son
necesarios y muy útiles para el
“despertar de su conciencia”.
Nunca sabemos en realidad desde
afuera lo importante que puede ser
 para cada persona la situación que
está atravesando en determinado
momento.
Podemos percibir esa situación como
algo terrible, doloroso, injusto o
innecesario, pero cualquiera sea
nuestra interpretación nunca será
correcta ni completa.
Personalmente, recuerdo que una vez
se acercó un amiga a decirme que estaba
muy preocupada por mi situación.
Yo le respondí que su preocupación
no me ayudaba, que si realmente
quería hacer algo bueno por mí,
tenía que orar a Dios y confiar en mí
y saber que mi Señor de toda misericordia
me revelaría en el momento adecuado de lo
que yo necesitaba hacer.

No vamos hacia Dios, ya somos de Dios!
Todo lo que nos rodea forma parte del
gran cuerpo universal de Dios.
Nuestro Espíritu es Perfecto y Completo;
no puede ni tiene que evolucionar.

Cuando nos afligimos y nos desesperamos
por la enfermedad, nos ponemos mas
deprimidos le das más fuerza y poder.
La solución es hacer un esfuerzo personal
 y reconocer que, más allá de nuestro
entendimiento, hay un ser Supremo de
amor  que está actuando y que tiene el
poder de restaurar completamente si así
lo desea dicha persona. Lo mismo ocurre
con cualquier tipo de problema o crisis.
Si nos afligimos, es porque nuestro ego
ha aceptado que hay una fuerza más potente
que el Poder Divino.

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